[EN_VIVO] La mortalidad vial: el talón de Aquiles del desarrollo dominicano
La economía crece, el turismo se expande, pero las carreteras siguen cobrando más de 3 000 vidas al año.
SANTO DOMINGO —
Mientras la República Dominicana celebra cifras récord en turismo y avances macroeconómicos, un enemigo silencioso erosiona su progreso: la siniestralidad vial. Con más de 3 000 muertes anuales, el país ostenta una de las tasas de mortalidad por tránsito más altas del hemisferio. El Gobierno ha lanzado un Pacto Nacional por la Seguridad Vial con la meta de reducir un 15 % de los decesos cada año hasta 2030. No obstante, analistas dudan de su efectividad en un contexto dominado por el transporte informal, la falta de fiscalización y una cultura ciudadana poco disciplinada en la vía pública.
Comparación regional
El desafío dominicano contrasta con experiencias de otros países latinoamericanos. En Costa Rica, la aplicación sostenida de controles y campañas educativas redujo en un 25 % la mortalidad vial en la última década. En Colombia, la integración de un sistema de transporte masivo y programas de cultura ciudadana produjo descensos progresivos. Panamá, por su parte, ha apostado por leyes más estrictas de control de alcohol y velocidad. La República Dominicana, en cambio, no ha logrado romper el ciclo: más vehículos, más motoconchos, más informalidad… y más víctimas. Según la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), un 62 % de los accidentes fatales involucra motocicletas, muchas veces sin casco ni seguro.
La economía pierde terreno
El impacto trasciende lo humano y golpea directamente al desarrollo económico. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que los accidentes de tránsito cuestan a la República Dominicana alrededor del 2,2 % de su Producto Interno Bruto anual. Los costos incluyen atenciones médicas de emergencia, rehabilitación, pérdidas laborales y daños a la infraestructura. En hospitales traumatológicos como el Darío Contreras, hasta el 70 % de las camas de cuidados intensivos son ocupadas por víctimas de accidentes de tráfico, en su mayoría motociclistas jóvenes. “No se trata solo de salvar vidas, sino de garantizar competitividad económica”, señaló la economista Laura Peña. El país destina millones de dólares al año en atender las consecuencias de una crisis que podría prevenirse.
Conclusión
El pacto vial es, en principio, un paso en la dirección correcta, pero enfrenta un terreno complejo. Sin control del transporte informal, sin una fiscalización constante y sin un cambio cultural en la forma de conducir, el riesgo es perpetuar esta tragedia como un freno estructural al desarrollo dominicano. La seguridad en las carreteras no debe verse como un tema sectorial, sino como un examen de madurez institucional. En un país que presume liderazgo turístico y estabilidad macroeconómica, lograr reducir la mortalidad vial será la prueba de si su modelo de desarrollo puede sostenerse en el largo plazo.
Fuentes
🔗 Acento – “El costo económico de los accidentes de tránsito en RD”
🔗 El País – “Un pacto nacional en República Dominicana para salvar más de 3 000 vidas al año”
🔗 BID – “Impacto de la siniestralidad en las economías latinoamericanas”
🔗 DIGESETT – Reportes anuales de siniestralidad 2023–2024
Etiquetas: tránsito, desarrollo, mortalidad vial, BID, Caribe, DIGESETT
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